Al término de la Santa Misa se le hizo entrega a D. Ángel la reliquia preciada del Lignum–Crucis que ha estado depositada en el Monasterio durante dos meses y que ha sido adorada de manera permanente por la comunidad.
Finalmente, y para respetar la oración individual de las hermanas tras la Eucaristía, volvimos de nuevo a la Capilla de Caminantes para tener unos breves minutos de adoración ante la astilla de una Cruz que soportó a Cristo y sobre la que murió hace casi dos mil años.
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